viernes, 11 de septiembre de 2009
Te acercas desafiando mi indecisión, tus ojos revelan todo, directos, serenos y rendidos al mismo tiempo, a veces perdidos, porque tu alma entera se desplego ante ellos en busca perpetua de la conquista de mi boca. Ya no tenías mirada, y tu vista era solo una, la que dejo tu deseo antes de gobernarte. Mi respiración ya no es la misma y no será por un momento, mi pecho palpita tu osadía y mi sumisión ridícula, incontrolable. Tu nariz torpemente linda la mía, y es la primera tentación en la que caigo, la segunda es tu mano acariciando mi mejilla encauzando mis movimientos, en ella exploras el dejo de mis labios, el calor de mi piel. Ninguno soporta más el trecho entre lo habido y lo que sigue, vemos enmudecer al mundo entero, quiero llorar y cubrir los espacios entre nuestra realidad y la restante, de lagrimas, de cascadas y cascadas de lagrimas que nadie aspire nunca a cruzar, que sea mi emoción más fiel la que nos confine, y el único testigo de mi pasión. Tiemblo apenas siento que todo en mi se revela, ya poco o nada dirijo, tu boca cerca cualquier camino posible, nada parece importarme, una palabra abierta entonces desviste la voluntad de tus labios que ahora son míos entre los míos.
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